SS de Horikita Suzune: La habitación 1201

Suzune HorikitaSS de Horikita Suzune: La habitación 1201

El pasillo del dormitorio era un laberinto de puertas idénticas, cada una ocultando su propio pequeño mundo. Me detuve frente a la 1201, la habitación de Horikita, con una mezcla de curiosidad y un vago sentimiento de que esto podría ser un error. (No era como si fuera un experto en situaciones sociales, ¿eh?). La razón por la que estaba ahí era simple, algo que a ella le parecía incomprensible para cualquiera, pero yo tenía mis propios motivos. Tenía que hablar con ella de algo importante.

Toqué la puerta, un golpecito suave, no quería parecer demasiado insistente, (como si eso importara). Esperé unos segundos, pero no hubo respuesta. Un segundo golpe, un poco más fuerte esta vez. Aún nada. “¿Estará dormida?”, pensé, (aunque, siendo Horikita, lo dudaba). Dudé si tocar de nuevo, pero la necesidad de hablar con ella me empujó a intentarlo una vez más.

Esta vez, la puerta no tardó en abrirse. Pero no fue como esperaba.

Horikita estaba ahí, con el rostro enrojecido y el pelo revuelto. Llevaba una toalla cubriendo su torso y sus piernas, como si la hubiera atrapado en medio de algo. (Un “algo” bastante obvio, considerando las prendas esparcidas por la habitación). Sus ojos, normalmente tan fríos y analíticos, se abrieron con sorpresa, y una expresión que mezclaba incredulidad y algo parecido al pánico se apoderó de su rostro. Por un momento, ambos nos quedamos paralizados, (como dos estatuas de cera atrapadas en un mal chiste).

“¿Qué… qué estás haciendo aquí?” , preguntó con la voz ligeramente temblorosa, (lo cual era raro en ella). Su tono era más agudo de lo habitual, (más como un grito silencioso que una pregunta).

“Ehm… yo… solo quería hablar contigo”, logré decir, sintiendo que las palabras se me enredaban en la lengua. (Como si tuviera la culpa de que estuviera a medio vestir, ¿verdad?).

“¿Hablar? ¿Ahora? ¿Así?”, replicó, con un claro matiz de indignación en su voz. Intentó acomodarse mejor la toalla, aunque parecía una tarea imposible. (Como tratar de tapar el sol con un dedo, eh).

“Lo siento, no sabía que estabas…”, dije, intentando no mirar directamente a su… bueno, ya saben. (Aunque ya lo había visto, claro).

“¡No te disculpes!”, me interrumpió, (lo que me hizo dar un pequeño salto). “¡La culpa es tuya por aparecer así, sin avisar! ¡Ahora vas a ver!”, gritó, lanzándose sobre mí, cual felino salvaje.

Me tomó por sorpresa, por supuesto. (¿Cuándo no?). Me empujó con una fuerza inesperada hacia la pared. La toalla se deslizó un poco más, revelando más piel de la que pretendía. (Lo que hizo que apartara la mirada rápidamente, ¿eh?). Horikita me sujetó con fuerza contra la pared, mirándome con una mezcla de ira y vergüenza. “Te voy a hacer pagar por esto” dijo, con la voz entre dientes.

“No… no creo que… sea necesario”, dije, sintiendo que mis mejillas se calentaban, (lo que no era nada usual). Me miró fijamente, sus ojos escrutándome con intensidad. Estaba buscando algo, (quizás mi miedo, quizás mi vergüenza, o quizás solo estaba intentando descifrar mi reacción tan poco habitual).

Por un momento, hubo silencio, solo el sonido de nuestras respiraciones aceleradas. Luego, suspiró, (una especie de rendición silenciosa).

“Ya… ya puedes irte”, dijo, (aunque no sonaba como una orden, sino como un ruego).

Asentí, saliendo de su habitación lo más rápido que pude, sintiendo que la sangre me fluía a toda velocidad. (Menudo desastre, pensé). En el pasillo, me apoyé en la pared, respirando profundamente. La imagen de Horikita, a medio vestir y furiosa, se había quedado grabada en mi mente, (una escena que no olvidaría fácilmente, eso seguro).

(Vaya, este encuentro inesperado había sacudido mi sistema más de lo que esperaba).

Palabras del autor

Hola, soy Syougo Kinugasa. Hoy les traigo una pequeña historia que surgió de una de esas ideas que rondan la cabeza cuando menos te lo esperas, eh. (Es como cuando encuentras un dulce olvidado en el fondo de un cajón, ¡qué alegría, verdad!). Quería explorar un poco más ese lado de Horikita que no se ve a menudo, ese lado que se esconde detrás de su fachada de frialdad y lógica. Y, por qué no, añadir un toque de humor incómodo, que es una de las cosas que más me gusta, ¡yup!

Espero que hayan disfrutado de esta pequeña visita a la habitación de Horikita, (aunque ella probablemente no lo haya disfrutado tanto, jajaja). A veces, los encuentros más inesperados son los que más nos revelan sobre las personas, (y sobre nosotros mismos también, eh). Y, como siempre, nos vemos en la próxima historia, ¡nos vemos!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ficha

Previous article

Ichinose Honami