SS de Kiyotaka Ayanokoji: La Sonrisa Inesperada

SS de Kiyotaka Ayanokoji: La Sonrisa Inesperada (Volumen 1 del primer año)

Observaba la escena con una mezcla de incredulidad y satisfacción. Horikita, rodeada por un grupo de compañeros de clase, explicaba con paciencia un problema de matemáticas. Sus palabras, usualmente afiladas como cuchillas, ahora tenían un tono suave, casi maternal. Y entonces ocurrió. Una leve curvatura se formó en sus labios, tan sutil que casi la pasaba por alto.

Horikita Suzune, la chica de hielo de la Clase D, estaba sonriendo.

No era la mueca sarcástica que a veces mostraba cuando menospreciaba a alguien, ni la sonrisa forzada que usaba para mantener las apariencias. Era una sonrisa genuina, que reflejaba una emoción que nunca antes había visto en ella: Felicidad.

Me costaba creer lo que veían mis ojos. Desde el primer día, Horikita había mantenido a todos a distancia, convencida de que la amistad era una debilidad. Su obsesión por alcanzar la Clase A la había cegado a la posibilidad de conectar con otros. Pero algo había cambiado.

La transformación de Horikita

La transformación había sido gradual, casi imperceptible. Comenzó con el esfuerzo desinteresado que había hecho para salvar a Sudou de la expulsión. Aunque ella insistía en que lo había hecho por el bien de la clase, yo sabía que algo más profundo la motivaba. Luego vino su participación en el grupo de estudio, su paciencia con las torpezas de Ike y Yamauchi, y su inesperada disculpa a Sudou.

Cada pequeño paso la había acercado un poco más a sus compañeros, derritiendo lentamente la coraza de hielo que la rodeaba. Y ahora, esta sonrisa era la prueba irrefutable de que Horikita Suzune estaba finalmente empezando a abrirse al mundo.

Sentí una punzada de orgullo, no solo por ella, sino también por mí mismo. Tal vez, sin darme cuenta, había tenido algo que ver en su cambio. Después de todo, yo había sido el primero en desafiar su lógica fría y calculadora, el primero en insistir en que la amistad tenía valor.

La sonrisa de Horikita se desvaneció tan rápido como había aparecido, pero la imagen quedó grabada en mi mente. Esa sonrisa representaba una esperanza, no solo para ella, sino para toda la Clase D. Si Horikita, con su determinación implacable y su mente brillante, podía encontrar un lugar para la amistad en su corazón, entonces tal vez, tal vez, la Clase D tenía una posibilidad real de alcanzar la cima.

El camino sería largo y difícil, pero por primera vez, me sentí optimista sobre el futuro. Y por un instante, me permití soñar con un futuro en el que Horikita Suzune sonreía, no por obligación, sino por genuina felicidad, rodeada de amigos que la valoraban por lo que realmente era.

Reflexiones del Creador

Dejé la pluma a un lado, el cansancio se acumulaba en mis hombros como una pesada capa. Miré el manuscrito, las palabras impresas bajo la tenue luz de mi escritorio. La historia de Ayanokōji y Horikita, sus complejas interacciones, sus luchas internas, todo plasmado en tinta negra sobre papel blanco.

Una sonrisa, ese simple gesto, resonaba en mi mente. ¿Podría realmente Horikita Suzune, la chica que había construido muros a su alrededor, mostrar una felicidad genuina? Era una pregunta que me había planteado desde el inicio de la serie.

Recordé los primeros borradores, la frialdad de Horikita, su obsesión por la lógica y el éxito. Era un personaje complejo, difícil de descifrar, pero fascinante a su manera. Su evolución había sido lenta, deliberada, un reflejo de su propia naturaleza. La transformación no podía ser repentina. Tenía que ser orgánica, sembrada a través de pequeñas acciones, momentos de vulnerabilidad cuidadosamente colocados en la narrativa.

El rescate de Sudou, su participación en el grupo de estudio, cada paso la había acercado un poco más a sus compañeros, derritiendo el hielo que la envolvía. Y ahora, esta sonrisa. Un símbolo de esperanza, una señal de que incluso los personajes más cerrados pueden encontrar la luz.

Me agradaba la idea de que Horikita, a pesar de su lógica implacable, pudiera descubrir la importancia de la conexión humana. Me levanté y caminé hacia la ventana. La ciudad se extendía ante mí, un mar de luces parpadeantes bajo un cielo nocturno.

Esta historia corta era una bocanada de aire fresco, un atisbo de un futuro más brillante para la Clase D. Era una promesa, una posibilidad, un recordatorio de que incluso en el mundo despiadado de la competencia, la humanidad podía prevalecer.

Volví a mi escritorio, una nueva energía recorriendo mi cuerpo. Tenía mucho trabajo por delante, la historia de Ayanokōji y Horikita estaba lejos de terminar. Pero esta sonrisa, este pequeño destello de luz, me daba la fuerza para continuar.

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