SS de Chabashira Sae: El Fantasma del Pasado
SS de Chabashira Sae: El Fantasma del Pasado (Año 1, Volumen 3)
La lluvia golpeaba contra la ventana de mi apartamento, creando una melodía melancólica que se colaba en mis pensamientos. Afuera, el mundo se difuminaba en una bruma gris, un reflejo de mi propio estado de ánimo. Dejé la taza de té humeante sobre la mesa, el calor apenas perceptible a través de la fría porcelana. Mis ojos se posaron en la fotografía enmarcada sobre el escritorio, una imagen de mi clase de primer año en la Preparatoria Metropolitana de Educación Avanzada. Allí estaba yo, más joven, con el uniforme impecable y una sonrisa que ahora parecía pertenecer a una extraña.
(Ah, la ignorancia de la juventud…)
En aquellos días, la Clase A era mi único objetivo. La cima, la gloria, el pináculo del éxito en esta institución despiadada. Creía, con la arrogancia que solo la juventud puede permitirse, que era mi derecho de nacimiento. Pero la vida, como suele hacerlo, me dio una lección de humildad. A pesar de mis esfuerzos, a pesar de las incontables noches de estudio y la presión constante que me autoimponía, terminé en la Clase D. El fracaso, como una sombra, se había aferrado a mí desde entonces.
(Y ahora, estoy aquí, condenada a ser la pastora de un rebaño de ovejas descarriadas.)
La Clase D de este año era un enigma. Un grupo de estudiantes con potencial, sí, pero plagados de defectos y carentes de la ambición que yo alguna vez tuve en exceso. Entre ellos, destacaba Ayanokōji Kiyotaka. Un chico callado, observador, que se escondía tras un velo de apatía. Había visto destellos de algo más profundo en él, una inteligencia aguda y una capacidad de manipulación que me recordaban… a mí misma.
Nuestra conversación de esa tarde aún resonaba en mi mente. La amenaza de expulsión, la frialdad de su mirada mientras calculaba sus opciones. Y luego, la pregunta que había abierto una vieja herida: “¿Alguna vez has deseado estar en la Clase A, profesora?”.
Un nudo se formó en mi garganta. La amargura, que había mantenido enterrada durante años, amenazaba con desbordarse.
(¿Desearlo? Lo anhelaba con cada fibra de mi ser.)
Había probado la hiel de la derrota, la frustración de ver mis sueños convertidos en polvo. Esa experiencia me había marcado, transformando mi ambición en resignación, mi esperanza en cinismo.
(¿Qué sentido tiene luchar si el resultado es siempre el mismo?)
Ayanokōji, sin embargo, me observaba con una curiosidad desprovista de juicio. Su presencia, de alguna manera, me obligaba a confrontar mi propio pasado, a recordar la estudiante que fui, llena de sueños y aspiraciones.
(¿Podría él, con su indiferencia calculada, lograr lo que yo no pude?)
La idea era a la vez inquietante y fascinante. Tal vez, a través de estos estudiantes, a través de Ayanokōji, podría exorcizar al fantasma del pasado que me perseguía. Tal vez, esta vez, la Clase D podría alcanzar la cima.
(O tal vez, solo soy una tonta aferrándose a una esperanza ya extinta.)
Con un suspiro, me levanté y apagué la luz. La lluvia seguía cayendo, lavando la ciudad en un manto de melancolía. Afuera, el mundo seguía su curso, indiferente a mis batallas internas.
(Pero esta vez, yo no me rendiría sin luchar. No otra vez.)
Palabras del Autor
Uf, escribir desde la perspectiva de Chabashira-sensei fue un desafío interesante. Siempre me ha fascinado la complejidad de su personaje, esa mezcla de amargura y resignación. Explorar su pasado como estudiante y cómo eso ha moldeado su presente fue un ejercicio revelador, incluso para mí. Espero haber logrado capturar la esencia de su personalidad en esta historia corta.