Kushida Kikyou: Máscaras

El Descubrimiento en la Azotea
La azotea era un lugar tranquilo, un respiro del caos del colegio. Al menos, eso parecía hasta hace unos instantes. Yo, Ayanokouji, estaba ahí, como siempre, observando, (es mi especialidad, después de todo). Pero no estaba solo. Kushida estaba ahí también, aunque no de la misma manera en la que la conocía. La Kushida que todos veían, esa chica dulce y amigable, había desaparecido. En su lugar, había una persona diferente, con una expresión de odio y desprecio que me dejó frío. (Vaya sorpresa, eh?).
Escuché su voz, un susurro que se elevaba con cada palabra, como un veneno que se filtraba en el aire. No me hablaba a mí, claro. Sus palabras estaban dirigidas a Horikita, aunque ella no estaba ahí para oírlas. “Absolutamente detesto a esa engreída”, dijo, con una voz cargada de rencor. “Esa idiota se cree superior a todos, ¿quién se cree que es?”. (Menudo cambio de actitud, eh?). Sus manos se cerraban en puños, como si quisiera atacar a alguien, y su rostro, antes tan sonriente, ahora mostraba una furia contenida. Era como ver a dos personas diferentes en una.
(No es como si no supiera que la gente oculta cosas, pero ver a Kushida así me dejó pensando un rato). La máscara de amabilidad que siempre llevaba puesta se había caído, revelando la oscuridad que se escondía detrás. (Qué interesante, ¿no?). Me preguntaba qué le habría pasado para tener tanta ira guardada. ¿Por qué se esforzaba tanto en aparentar ser alguien que no era?
Me quedé en silencio, escondido en la sombra, como un espectador en una obra de teatro. (Una obra bastante extraña, debo decir). No quería interrumpir. De alguna manera sentía que estaba presenciando algo importante, algo que iba más allá de la simple fachada que mostraba a los demás. No me sorprendía, ya había notado una especie de desconfianza en sus ojos cuando hablaba con Horikita, era como si analizara cada uno de sus movimientos, cada una de sus palabras, (y, bueno, quizás yo haga lo mismo, ¿eh?). Pero lo que veía ahora, no era simple desconfianza, era odio puro.
Cuando terminó de desahogarse, se quedó en silencio, como si hubiera gastado toda su energía. Entonces, giró la cabeza y me vio. Su expresión cambió en un instante, la furia se desvaneció y una sonrisa falsa volvió a aparecer en su rostro, como si nada hubiera pasado. (Era como ver a un actor cambiando de papel en un abrir y cerrar de ojos, ¿eh?).
“¿Cuánto tiempo llevas ahí?”, preguntó, con una voz dulce y amable que contrastaba con lo que acababa de decir. (Menuda actuación, eh?).
“Lo suficiente”, respondí, manteniéndome tranquilo, (como si me afectara todo esto).
Su sonrisa se tensó ligeramente, (una pequeña grieta en su máscara). “No le dirás a nadie lo que has oído, ¿verdad?”, dijo, con un tono que era una mezcla entre una pregunta y una amenaza. Sus ojos me observaban con intensidad, sin parpadear, (como si tratara de leer mis pensamientos).
“No veo por qué lo haría”, respondí, (pero sabía que no era tan simple).
“Más te vale”, dijo, acercándose a mí. “Si te atreves a contárselo a alguien, te haré la vida imposible”. Sus palabras no eran una simple advertencia, eran una promesa, una promesa aterradora. (Era como si la dulce Kushida se hubiera ido por completo, dejando una versión oscura y peligrosa en su lugar).
Me quedé en silencio, (ya saben, mi especialidad). Su mirada me decía todo lo que necesitaba saber: Kushida no era lo que aparentaba ser, (y era mejor no meterse en su camino).
Me fui de la azotea, dejando atrás a la Kushida de las dos caras. (No sabía que pensar de todo esto, solo que algo no encajaba, y que todo lo que veía en este colegio era más complejo de lo que parecía, eh?).
(Vaya, esta doble cara de Kushida me ha dejado con muchas dudas, pero no hay prisa, ya veremos que pasa).
Palabras del autor
Hola, soy Syougo Kinugasa. Hoy les traigo una pequeña historia que explora un poco el lado oscuro de Kushida, un personaje que siempre me ha parecido interesante, eh. (Es como esos dulces que parecen normales por fuera, pero tienen un relleno ácido que te sorprende, ¿verdad?). Quería mostrar un poco más la dualidad de su personalidad y ver que se esconde tras la fachada de la chica adorable, ¡yup!
Espero que esta pequeña inmersión en los secretos de Kushida les haya gustado. A veces, las máscaras que usamos pueden esconder mucho más de lo que pensamos, (y también pueden llegar a sorprendernos, eh?). Y, como siempre, nos vemos en la próxima historia, ¡nos vemos!