SS de Rokusuke Kouenji: El dilema del lobo solitario

SS de Rokusuke Kouenji: El dilema del lobo solitario

El sol caía sobre la cubierta del crucero, tiñendo el mar de un naranja intenso. El aire salado me acariciaba la cara mientras observaba a la masa de estudiantes, hormigas afanadas en su pequeño mundo de estrategias y alianzas. Una pérdida de tiempo, pensé.

De pronto, una sombra se cernió sobre mí. Sin necesidad de voltear, supe quién era.

“Kouenji-kun,” la voz de Horikita sonaba tensa, como siempre que se dirigía a mí, “Necesitamos discutir la estrategia para el próximo evento”.

Suspiré. La incesante necesidad de Horikita de organizar y controlar era realmente fascinante. (A veces me pregunto si duerme con un manual de estrategias bajo la almohada).

“¿Y por qué debería yo, Rokusuke Kouenji, preocuparme por las estrategias de la plebe?” Dije con mi tono habitual, un deje de arrogancia que, admitámoslo, me sale de forma natural.

Horikita frunció el ceño. “Esto no es un juego, Kouenji-kun. Necesitamos la cooperación de todos para—”

“Para ser mediocres”, la interrumpí, disfrutando un poco de su frustración. “La cooperación es la muleta de los débiles. El verdadero poder reside en la individualidad, en la capacidad de superar cualquier obstáculo sin depender de nadie”.

“Esa es una visión muy… limitada”, murmuró Horikita, claramente conteniendo su irritación.

Antes de que pudiera replicarle, otra presencia se hizo notar.

“Interesante perspectiva, Kouenji”, dijo Ayanokouji, su tono tranquilo e indescifrable como siempre.

Me giré para mirarlo, intrigado por su repentina aparición. Ayanokouji era un enigma, un chico aparentemente normal que escondía una mente astuta y una habilidad excepcional.

“¿Y tú qué opinas, Ayanokouji?”, pregunté, arqueando una ceja. “¿Prefieres el calor reconfortante del rebaño o la libertad del lobo solitario?”

“Las ovejas pueden ser presas fáciles”, respondió Ayanokouji, “Pero a veces, su número las convierte en una fuerza formidable. Un lobo solitario, por fuerte que sea, puede ser abrumado por una manada”.

(Hm, un punto interesante. Este chico sí que sabe cómo mantener una conversación).

“Pero un lobo no teme a las ovejas”, repliqué, manteniendo mi sonrisa enigmática. “Las ve como lo que son: inferiores”.

“Pero, ¿es eso realmente cierto, Kouenji?”, insistió Ayanokouji. “¿O te escondes tras esa máscara de superioridad porque temes la vulnerabilidad que implica confiar en otros?”

Sus palabras me impactaron como un golpe inesperado. Me quedé en silencio, observando el vaivén de las olas, mientras las palabras de Ayanokouji resonaban en mi mente. ¿Acaso había algo de verdad en lo que decía? ¿Era mi aislamiento una fortaleza o, en realidad, una prisión construida por mis propios miedos?

Horikita nos observaba con curiosidad, captando la tensión en el aire.

“Hm, parece que he tocado un punto sensible”, dijo Ayanokouji, rompiendo el silencio con una leve sonrisa.

“No seas ridículo”, repliqué, recuperando mi compostura. “Simplemente estoy disfrutando de la vista. Las masas son tan predecibles…”

Y con eso, me levanté y me alejé, dejando a Horikita y Ayanokouji atrás. (Maldición, ese Ayanokouji es más astuto de lo que pensaba. Tendré que tener más cuidado con él).

A pesar de mi desdén fingido, las palabras de Ayanokouji se quedaron conmigo. ¿Era realmente tan diferente de las “ovejas” que tanto despreciaba? ¿Acaso no anhelaba yo también, en el fondo, la conexión y el apoyo de los demás?

Tal vez, algún día, me atrevería a averiguarlo. Pero por ahora, el lobo solitario debía seguir su camino.


Palabras del autor:

Kouenji es un personaje fascinante, lleno de contradicciones. Su arrogancia y su deseo de aislamiento enmascaran una complejidad que espero explorar más a fondo en futuros volúmenes. ¿Es realmente un lobo solitario, o simplemente teme mostrar su verdadero yo? El tiempo lo dirá.

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