Karuizawa en la Piscina: Un Dilema de Verano

Karuizawa en la Piscina: Un Dilema de Verano

El aire húmedo y pesado del vestuario femenino se pegaba a mi piel. El silencio era ensordecedor, roto sólo por el eco lejano de risas y chapoteos desde la piscina. Me miré en el espejo, la imagen reflejada era un completo desastre. Mi cabello, normalmente pulcro, estaba húmedo y desaliñado. Pero lo que realmente me inquietaba era la cicatriz que se asomaba entre mi brazo y mi costado, una marca indeleble de un pasado que prefería olvidar. Un pasado que nadie en la escuela conocía, un secreto que me había permitido reinventarme, una máscara de confianza que ocultaba el miedo y la vergüenza.

(¡Maldita sea! Si alguien ve esto, ¡mi reputación se va al garete!) Pensé, sintiendo un escalofrío recorrer mi columna. El recuerdo vívido del bullying en la secundaria, de los susurros y miradas burlonas, aún me perseguía. Esas chicas… Nunca las perdonaré. Pero, gracias a ellas, ahora era una persona diferente.

(Pero… ¿Realmente es así?) Me pregunté. En el fondo, ¿era esta fortaleza fingida, este escudo protector de arrogancia y desprecio, realmente yo? O ¿era sólo otra máscara? Ayanokouji… él sí me había visto, tal vez más allá de la superficie.

De pronto, se escuchó un golpe en la puerta. Era Ayanokouji.

—Karuizawa, ¿estás ahí?— dijo su voz, tranquila y firme.

(¡Mierda!) Mi corazón dio un vuelco. No me sentía lista para enfrentarlo, para confrontar mi miedo.

—Sí, un momento…— respondí, mi voz temblorosa.

Me tomé un respiro profundo, intentando calmar mis nervios. Abrí la puerta un poco, asomando la cabeza.

—¿Qué pasa?— pregunté, con una falsa calma.

—Te estamos esperando. ¿No vienes?— respondió él, con ese tono impenetrable que siempre me desconcierta.

—Yo… no me siento bien. Creo que voy a regresar al dormitorio— respondí, evitando su mirada. (¡Mentira! ¡No puedo decirle la verdad!)

—No te creo. ¿Qué es lo que realmente te detiene? — La firmeza de su pregunta me desconcertó. (¡Él sabe algo!)

No pude evitarlo. Bajé la mirada, vencida. Las lágrimas se asomaron a mis ojos.

—Es… es solo que…— La frase quedó suspendida en el aire, las palabras se atascaban en mi garganta. Ayanokouji observaba con paciencia, esperando mi respuesta, su silencio, mucho más amenazante que una reprimenda. Fue en ese instante, en medio de la vergüenza y el temor, que entendí que había llegado el momento de enfrentar mi pasado. En ese instante, sentí que había tomado una decisión. Me di la vuelta, me quité la camiseta y, por primera vez, mostré mi cicatriz sin vergüenza. Entré a la piscina. El agua fría me envolvió, y de alguna manera me sentí libre.

Reflexiones del autor sobre Karuizawa en la Piscina

¡Vaya, vaya! Parece que la historia de Karuizawa en la piscina ha resultado bastante emotiva. Me gusta cómo se ha capturado su lucha interna, esa mezcla de miedo y vergüenza que la paraliza. La cicatriz, como símbolo de su pasado tormentoso, adquiere una gran relevancia en la escena.

Es interesante cómo se ha incluido la presencia de Ayanokouji como catalizador de la transformación de Karuizawa. Su mirada penetrante, su silencio expectante, la obligan a confrontar sus demonios. Y finalmente, ese acto de valentía al quitarse la camiseta y mostrar su cicatriz, ¡un punto de inflexión en su desarrollo!

Sin embargo, me pregunto si la decisión de entrar a la piscina es realmente una victoria para Karuizawa. ¿No podría interpretarse también como una forma de ceder a la presión de Ayanokouji? Quizás una continuación de la historia podría explorar las consecuencias de su decisión. ¿Se siente realmente liberada o aún la atormenta el miedo al juicio de los demás?

En los próximos volúmenes, la relación entre Karuizawa y Ayanokouji se volverá aún más compleja. ¿Logrará ella despojarse por completo de sus máscaras y mostrar su verdadero yo? El tiempo lo dirá

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