SS de Kei Karuizawa: Un Día en la Playa
SS de Kei Karuizawa: Un Día en la Playa
El sol de la mañana se colaba entre las cortinas, pintando mi habitación con tonos cálidos y brillantes. Un día perfecto para ir a la playa, pensé mientras me estiraba perezosamente. La idea había estado flotando en mi cabeza desde que Ayanokouji-kun la mencionó casualmente ayer. (Aunque, siendo honesta, cualquier excusa para escapar de la sofocante atmósfera de los dormitorios me venía bien).
Aún así, una punzada de ansiedad me recorrió el pecho. Playas, multitudes, trajes de baño… Todo gritaba “interacción social”, un campo minado para alguien como yo. La imagen de mi yo del pasado, la chica tímida y aterrorizada, parpadeó en mi mente. Era un fantasma que aún me perseguía, a pesar de la máscara de confianza que ahora usaba.
Me obligué a apartar esos pensamientos. Kei Karuizawa 2.0, recordé. Fuerte, independiente, la novia del chico más listo de la clase. Tenía que actuar como tal.
Unos golpecitos en la puerta interrumpieron mi debate interno. Era Airi, con su sonrisa habitualmente brillante.
“¿Lista para la playa, Kei-chan?” preguntó, sus ojos llenos de emoción.
Asentí, tratando de imitar su entusiasmo. “Claro, solo necesito cambiarme.”
Mientras me ponía el traje de baño, no pude evitar sentirme incómoda. Me observé en el espejo, analizando cada curva y cada imperfección. La voz de mi pasado susurraba: “¿De verdad crees que puedes encajar?”
Respiré hondo, intentando acallar el ruido. Tenía a Ayanokouji-kun, tenía a Airi, tenía amigas de verdad. No estaba sola.
En la playa, la atmósfera era vibrante. Risas, el sonido de las olas rompiendo, el aroma salado del mar… Un torbellino de sensaciones me envolvió. Me aferré al brazo de Airi, buscando un ancla en la multitud.
Ayanokouji-kun nos esperaba cerca de la orilla, con una sombrilla y una expresión impasible. (Típico de él, siempre preparado). Me dedicó una leve inclinación de cabeza a modo de saludo.
“Llegaron justo a tiempo”, dijo, su voz tranquila y serena como siempre.
Airi se adelantó, emocionada. “¡Vamos a nadar, Kei-chan!”
Me quedé un momento observándolas, sintiendo la arena caliente bajo mis pies. La alegría despreocupada de Airi contrastaba con la calma imperturbable de Ayanokouji-kun. Era una dinámica extraña, pero extrañamente reconfortante.
Tal vez este día no sería tan malo después de todo. Tal vez incluso podría disfrutar un poco.
Pasamos la mañana nadando, jugando voleibol y construyendo castillos de arena (aunque los intentos de Airi eran más bien… abstractos). A pesar de mis reservas iniciales, la risa contagiosa de Airi logró derribar mis barreras.
Mientras almorzábamos bajo la sombra de la sombrilla, sentí una extraña sensación de paz. Observé a Ayanokouji-kun, que estaba absorto en un libro, y a Airi, que tarareaba alegremente mientras construía una nueva (y aún más abstracta) fortaleza de arena.
“Gracias”, susurré, sin saber muy bien a quién iba dirigida la palabra.
Ayanokouji-kun levantó la vista del libro, con una ceja ligeramente arqueada. “¿Por qué?”
“Por… esto”, dije, haciendo un gesto vago hacia la playa. “Por ayudarme a salir de mi caparazón.”
Una leve sonrisa curvó sus labios, casi imperceptible. “No he hecho nada especial.”
Tal vez no para él, pensé. Pero para mí, este día significaba mucho más que un simple paseo a la playa. Era un recordatorio de lo lejos que había llegado, de la fortaleza que había encontrado en la amistad y el amor.
Y mientras el sol se ponía, pintando el cielo con tonos dorados y rojizos, me prometí a mí misma seguir luchando. Seguir creciendo. Seguir avanzando hacia la luz, sin dejar que las sombras del pasado me atraparan.
Palabras del autor:
Hm, sí, creo que esta historia captura bastante bien la esencia de Kei. Siempre me ha fascinado la dualidad de su personaje, la lucha interna entre su fragilidad y su fuerza. Espero haber logrado transmitir eso en esta pequeña escena. Supongo que incluso las personas más fuertes tienen sus momentos de vulnerabilidad. Es parte de lo que nos hace humanos, ¿no?